La Tercera Ola feminista, iniciada en los años sesenta del siglo XX, parte de dos obras fundamentales, El segundo sexo de Simone de Beauvoir y La mística de la femineidad, de la estadounidense Betty Friedan. Introdujo nuevas vías de lucha contra los estereotipos femeninos en la comunicación, el arte y la publicidad, y se pide ya de forma explícita la abolición del patriarcado, más allá de reivindicaciones concretas al derecho al voto o la educación para intentar desmontar toda una estructura social desigual.
El lema “lo personal es político” explica los primeros años de esta Tercera Ola.
Cuando termina la segunda guerra mundial, regresan los hombres las mujeres que se habían incorporado al mundo laboral regresan a sus casas. La publicidad vende una situación ideal para las mujeres, felices amas de casa con todas las comodidades, pero la realidad es otra. La mayoría viven deprimidas y con ansiedad. Ya no quieren estar en casa.
Betty Friedan, una socióloga que escribe sobre la mística de la feminidad, pone nombre al problema que no tiene nombre, explica que estas mujeres viven insatisfechas en este aparente mundo maravilloso pero sienten que están priorizando el cuidado de otros a sus propios deseos. El libro es un best seller; muchas mujeres entienden lo que les pasa y comienzan a construir un estilo de vida nuevo.
Betty Friedan organiza junto con otras mujeres NOW (National Organization for Women), el mayor movimiento de mujeres conocido hasta entonces y que ha ido creciendo hasta la actualidad. Buscan mejorar el estilo de vida de las mujeres centrándose en temas del ámbito personal, comienza el feminismo liberal. El feminismo liberal describe la situación de las mujeres como una desigualdad, no como una explotación u opresión. Comienza la lucha por conseguir la igualdad entre los sexos, por conseguir representación en el ámbito público y la incorporación al mercado laboral y los puestos de poder.
En los años 60 se empiezan a conseguir derechos fundamentales para las mujeres, se ocupan puestos de responsabilidad y poder pero en el ámbito privado sigue habiendo desigualdad, malos tratos, sigue sin haber reparto en las tareas y hay explotación económica. En los hogares existe la misma relación de poder del hombre hacia las mujeres que en la calle. Las mujeres toman cada vez más conciencia de ello y surge una nueva corriente feminista que quiere cambiar esta situación: el Feminismo Radical.
El término lleva a confusión, radical viene de raíz, porque es desde donde hay que resolver el problema.
La raíz del problema el patriarcado, el sistema de dominación del hombre sobre la mujer, que se produce en todos los ámbitos de la vida: familiar, política, económica, social, científica.
A esta corriente pertenece el movimiento de liberación de la mujer. Varias mujeres se organizan para llevar a cabo grandes protestas públicas y para crear espacios propios como centros de mujeres maltratadas, ginecológicos, guarderías y de defensa personal, entre otros. Se organizan social y profesionalmente como feministas y como lobbies.
Así es cómo feminismo radical consigue que las mujeres del siglo XX vayan cambiando el día a día de sus vidas.
Las feministas liberales buscan la igualdad de derechos de la mujer frente al hombre, mientras que las feministas radicales van más allá y quieren romper el sistema patriarcal en el que vivimos.
A partir de los años 90 se toma conciencia que no existe un solo modelo de mujer sino múltiples dependiendo de cuestiones sociales, étnicas, nacionales o religiosas y surgen nuevos feminismos que tienen en cuenta diferentes necesidades. Surgen corrientes y afiliaciones diversas, a veces opuestas: doble militancia o no; feminismo socialista, radical o liberal; feminismo de la Igualdad o de la diferencia, ciber y ecofeminismo. Se enriquecen las propuestas y crecen las feministas influyentes: representantes sociales, académicas, lideresas sindicales, políticas. Ya no existe un feminismo único y a lo largo del siglo XXI se va adquiriendo una mayor conciencia en la sociedad general de la desigualdad de las mujeres.
Las feministas de la tercera ola reivindican la despenalización del aborto y trabajan en la legislación y las Políticas de Igualdad de género.
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